25/6/09

Dulce Velada

Por Eldisa A.M





El cielo deslumbra, adornado de elegantes y cautivadoras estrellas; es una noche cálida y acogedora. El aroma del tabaco recorre todo el lugar, en donde la armonía y la alegría son lo esencial. Una tabla al centro es el escenario que acapara todas las miradas, a su alrededor se encuentran niñas y ancianas luciendo coloridas y llamativas faldas, que se balancean al son del viento en espera del gran momento.
La emotiva melodía de las jaranas se va acercando y la exaltación en los rostros no se puede ocultar, es la señal de que el espectáculo esta por empezar. Los barriles de cerveza y las botellas de torito comienzan a vaciarse, los puestos de tamales y chocolate caliente son invadidos por la multitud; los jaraneros junto con las niñas y ancianas se posesionan del sencillo escenario para dar inicio al café con pan, el zapateado con el sonido de la leona crean un momento único, en donde la gente que sólo parecía ser espectadora se incorpora y baila en parejas sobre esa tabla que crea ritmos auténticos y atractivos. Nadie siente vergüenza, no hay comparaciones, simplemente están presentes el placer y la carcajada. Lo negativo desaparece, y no hay restricción de edades, desde niños hasta ancianos disfrutan de aquella maravillosa celebración, que hace ausente el cansancio. El baile, el canto se vuelven más que pasión, parecen convertirse en una fuente de energía que recibe el amanecer. La noche no bastó para entonar con gusto el colas o el pájaro cú, los pies siguen ansiosos al movimiento y los abuelos no quieren volver a envejecer, ninguno desea que esta velada mágica termine, pero los potentes rayos del sol marcan su fin. La mañana fría llegó, la tabla escénica se va quedando abandonada poco a poco, las jaranas y la leona se dejan de oír, y los puestos de comida han desaparecido, el silencio lleg
a a dominar aquel pintoresco patio.

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