La Gastronomía en el Quijote

Por Eldisa Azuara

La majestuosa obra del Manco de Lepanto, nos lleva a explorar diversidad de aspectos que nutren nuestro saber. Nos da una mirada emotiva y optimista de la vida.

Dentro de las inquietantes aventuras del caballero de la triste figura, no podría faltar el elemento fundamental para todo ser humano que es, el alimento. Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza, nos invitan a recorrer por aquellos manjares recios, que fueron el deleite de pastores, arrieros, venteros y labradores. Y con todo, es favorable seguir el sabio consejo de don quijote: "come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra."

Además de ser la mejor novela del mundo, el Quijote representa el mayor compendio de gastronomía manchega y castellana. Ha servido de modelo literario para cantar, ensalzar e influir poderosamente en la cocina madrileña imponiendo durante más de cinco siglos sus asados, salsas, guisotes, pepitorias, dulcería y vinillos valdepeñeros. Y hablando de salsas, es necesario mencionar la frase de la sapiente Teresa Panza que dice: "La mejor salsa del mundo es el hambre; y como esta nunca falta a los pobres, siempre comen con gusto".

El Hambre es sin duda la causa de la locura, hasta el mismo hidalgo lo confirma exponiendo: "el estomago es el gran resorte de la humanidad, y no es cosa tan fácil templarlo con la razón ni los consejos". Es interesante destacar que en el Quijote aparece 99 veces la palabra comer, 19 comida, 65 pan, 19 queso, 32 carne, 3 pescado, 137 vino, y sobre todo 59 veces la palabra hambre.

Es indispensable mencionar, algunos de los platillos que Don Quijote recomienda para el paladar más exigente, por ejemplo: las lentejas, los duelos y quebrantos, la albondiguilla, el palomino, los gazpachos, entre otros exquisitos manjares de la incomparable gastronomía manchega. Ante todo esta el cotizado y auténtico queso manchego, que ha sido como símbolo para los castellanos, ya que su sabor es más que delicioso.

Aún queda mucho por decir sobre las doctas anécdotas del buen hidalgo, que nos hace descubrir lo que hay más allá de nuestra limitada visión.